Al final aquella chica resultó ser lo
que no era. Así pues, hice borrón y cuenta nueva. Decidí no volver a verla y salí
de las juventudes socialistas, a través de las cuales hubiera podido caminar hasta
llegar a ser miembro de facto en el partido. No mucho después, tras el
descalabro electoral, hubiese ascendido muchos puestos, hasta situarme en la
parrilla de salida. Un lustro más de esfuerzo, y la ayuda de los contactos que
ella tendría me iban a aupar, sin duda, a lo más alto del partido. Y entonces,
con el programa perseverado durante una década, un equipo funcionando a pleno
rendimiento y mi poder de oratoria, la victoria electoral. Luego, las noches
iluminadas por granos de café, llamadas de compromiso, reuniones con cada
meridiano, todo hasta conseguir ganar peso en Europa. El trabajo bien hecho, la
tentación de aquel maletín, mi hijo sin arropar. Taquicardias, papeles biliosos
de tanto pensarlos, y la reunión de urgencia con la que hubiésemos evitado el
conflicto armado entre ambos países. Nada de todo eso fue, y ahora que el rifle
rebelde apunta a tu sien, quisiera pedirte perdón por no haberlo evitado.
Este micro genera en mí una duda con su cierre, Miguel Ángel, aunque seguramente se deba -como dice un amigo que compartimos- a un problema mío.
ResponderEliminarPor lo demás, lo destaco por su tratamiento del cuento de la lechera, por la reinterpretación de la piel del oso. Excelente pulso narrativo y muy buen fuelle argumental.
Un abrazo,
Todos tenemos momentos "Xi", don't worry Pedro.
EliminarUn abrazo
Uf que duro... Me encanta , entre todo el trajín, de repente "mi hijo sin arropar. Qué de frases y de historias te ahorras ahí.
ResponderEliminarEspero que nunca se te ocurra nunca ser un político . y menos corrupto, aunque creo que es adjetivo inseparable.
En ese caso dejaría de considerarme tu amiga por no seguir dedicándote a seguir escribiendo cosas maravillosas como las que escribles.Bezos
Sí, salió económico, Manoli. Cada matiz de esos podría ser un capítulo.
EliminarCreo que lo de político no va con mi forma de ser, tranquila.
Gracias. Un beso
Hola Miguel Angel, tengo mucha predilección por los microrrelatos, aunque a veces mis cuentos no entran en esa categoría, intenté experimentarlos.
ResponderEliminarLos tuyos me parecen muy buenos, con pocas frases creas el clima y en un par de pinceladas la situación.
Cuando gustes puedes visitar mi blog, que recién tiene un mes.
Saludos
¡Gracias!
EliminarMe paso por tu blog, ok!
Un saludo
Se lee muy bien, consigues plasmar toda la trayectoría que no fue y consigues que la vea, pero... y espero me disculpes, ese final no lo capto, es problema mío,¡seguro!
ResponderEliminarBesitos
Gracias! Feliz año nuevo!
EliminarPues creo que el final lo retocaré un poco, porque me lo habéis dicho varios.
La idea era que ese "no presidente" no evita un conflicto en el que mueren muchos inocentes, como el de la última línea, que nunca sabrá que le pudieron salvar.
Es tremendo este relato. Si por un lado trazas la trayectoria que no pudo ser, esa carrera política aupado por los contactos de la chica, llegando hasta los sobornos, sacrificando a la familia (acertado ese único "mi hijo sin arropar") que puede considerarse una crítica al común de los políticos, el giro viene, y he ahí lo sorprendente, que hubiera podido evitar el conflicto bélico ese asesinato (a mí, el segunda persona), que produce en el lector el mensaje de que aún así, los políticos son necesarios. Es mi interpretación. Me gustó tu planteamiento y desarrollo. Enhorabuena por eso ochenta seguidores, si todo es salir al mundo. Un abrazo, Miguel
ResponderEliminarGracias, Jiménez. Aciertas.
EliminarUn abrazo!
Impactante. Abre todos los interrogantes sobre nuestra responsabilidad en lo que pudo (o no) ser.
ResponderEliminarAterrizo en tu blog. Un abrazo.
¡Bienvenido!
EliminarUn saludo
Me recuerda un poco a lo de vender humo... castillos en el aire que se desvanecen con soplarlos.
ResponderEliminarSaludos desde el Inframundo.