Lo que más le
molestaba de que aquella máquina le hubiera cercenado el corazón no era el
hecho de haber tenido que pasar el anillo al dedo anular; ni siquiera el no
poder masturbar a su mujer con la mano derecha. Lo que más le molestaba era no
poder hacer un cuenco con sus manos al beber, como le había enseñado su madre
cuando era niño.
Y hoy ración doble. Os dejo el enlace a otro microrrelato, para el blog Esta noche te cuento y su propuesta del mes de octubre: estrellas. Las mías se visten de bisectriz para gente que se piensa entre sí. Podéis leerlo aquí.