Solo ceniza. Polvo eres y en polvo te convertirás. Algo mejor
nos espera; confiad. El padre Daniel, tras concluir el rito anual de la favila,
sintió una punzada dentro de sí, fruto del desasosiego que venía barruntando
desde hacía semanas. Trémulo, entró al confesionario, esperando como cada
miércoles las seis campanadas. Ella no tardó en sentarse al otro lado de la
celosía. El cura, ajeno a la narración de sus habituales pecadillos, secaba el
sudor como podía. Estaba dispuesto a declararle sus sentimientos esa tarde.
–Y me avergüenzo, padre,
mas lo que siento por ella es real… Padre, ¿me escucha?
