Sus miradas se tropiezan por
casualidad. El vagón, atestado de gente a esa hora de la mañana, no parece el
mejor lugar para acercarse, rozarle suavemente y hacerle saber que se acaba de
enamorar. Tendrá que armarse de valor antes de que el próximo pitido
intermitente les separe; no existen demasiados lugares donde los perros guía se
puedan encontrar.
Hoy he sabido que este microrrelato será incluído en la antología "Cachitos de amor 2" de la Editorial ACEN de Castellón.